¿Por qué la cultura universitaria genera tanto dolor?

Señor(a) Director(a):

Mucho se viene hablando estos últimos años de los problemas de salud mental que adolecen a nuestra sociedad, especialmente, a estudiantes universitarios(as), detectando una prevalencia de síntomas depresivos mayor que en la población en general.  Como profesional de acompañamiento estudiantil me consta la alta demanda que existe por conseguir horas en los servicios de atención psicológica y psiquiátrica en las distintas casas de estudio, también el interés creciente por participar de iniciativas que aborden estas temáticas; de ahí que muchas universidades destinen gran parte de sus esfuerzos y recursos por implementar estrategias que permitan ayudar a los(as) estudiantes en esta temática.

Durante estos diez años trabajando en programas de acompañamiento estudiantil en educación superior, y habiendo pasado también por esta misma experiencia en una de las universidades tradicionales de este país, siempre me he preguntado ¿por qué la cultura universitaria genera tanto dolor? Y me he dado cuenta de que como organización no hemos reflexionado sobre ¿cómo estamos haciendo lo que estamos haciendo? Tenemos claridad sobre nuestro proyecto educativo, el plan de desarrollo o estratégico de la universidad, su modelo pedagógico, las políticas que nos orientan, pero el cómo hacemos lo que hacemos no, y los(as) estudiantes lo adolecen.  En un proceso de transferencia por ajuste vocacional y desde la unidad en la que trabajo se instaló una etapa de entrevista inicialmente indagatoria para conocer las motivaciones de los(as) postulantes; no obstante, terminó siendo un espacio de conversación cercana, segura y amena donde los(as) estudiantes agradecían haber tenido un espacio institucional donde poder conversar sobre sus deseos, inquietudes, motivaciones y miedos, aun cuando sabían a la hora de inscribirse que no tenían posibilidades de cambiarse se carrera ¿qué nos dice esto?  No esperaban nada, solo ser escuchados(as).

Si realmente me importan los(as) estudiantes, entonces debemos empezar a cambiar la cultura, darnos cuenta de que ciertas prácticas realizadas de manera consciente o inconscientemente han venido dañando a las(os) estudiantes, la indiferencia en pos del resultado de todos(as) quienes formamos parte de esta organización: directivos(as), docentes, profesionales y administrativos.  ¿por qué no transitar a un espacio donde hacerlos sentir acogidos(as), vistos(as), donde los hagamos sentir seguros(as) y no amenazados(as) por una cultura de la exigencia, la competencia y el rigor? Pienso que este cambio de mirada podría, sin duda, contribuir a mejorar el bienestar de nuestros(as) estudiantes y también nuestros ambientes de trabajo.

Karen Gallegos P.
Coordinadora de Programas de Acompañamiento Estudiantil